Pero entiendo que no puedo, suplicarte una vez más..
La primera de una de las tantas cartas que te escribí..
De acuerdo a las fulminantes palabras que derrocaba tu boca, pero sobre todo a tus silencios y tus desvariables horas, de la poca creencia que tenías en mi, y de como pensabas que mi amor por ti era casi nulo y bestial, como un falso querer hipócrita, como una invención o una baja necesidad.
Pero no era mi culpa ser quien soy, ni cargar con la herencia de mis propios deseos egoístas, no era mi culpa que al ver el resquicio de un motivo tuyo mi pasión se tornara imprudente y demencial, que te amara tanto que incluso me olvidara por completo de mis intereses, y de todo lo que yo era. Porque esto era lo que tú causabas en mi, una revolución, un vendaval, pura y fulminante enajenación.
Porque tú lo quisiste así, incluso asesine mis instintos y la necesidad urgente de querer tener cada fibra de ti. Ya que, más que un capricho o una obsesión, lo que sentía por ti era un translúcido y errante amor, un amor al que admito, le tenia miedo por lo insensible que he sido siempre y que ahora soy, un amor que por esa causa al principio rechazaba por completo, pero que aún así hasta el día de hoy adoro con tanta devoción y delirio como si mi existencia entera dependiera de ello.
Si no te amara, ¿crees que te habría buscado tan intensamente? como si mi vida se extinguiera si no obtenía una mirada tuya, como si fuese a morir si no estabas a mi lado, si no escuchaba tu voz, si no era engañado por tu encanto; Me desvanecía invariable y falsamente si no podía contemplar tus hermosos cabellos ondeando en espiral, como si sólo fueras tú en este mundo y nadie más..
Pero tú, tú ni siquiera entendiste mi sacrificio ni lo difícil que fue para alguien como yo, olvidarlo todo.
‘‘¿Sabes de todas las veces que me has hecho sentir miserable?’’
-18 de Noviembre de 1884
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