Después ya no sólo veía sus ojos carmín penetrando mi piel, también la sentía tan dentro de mis suspiros, latir al mismo tiempo que yo, su voz salia por mi garganta, sus notas altas, ¿por qué Elizabetha? ¿por qué estas condenada al igual que yo a no morir? Dejame Elizabetha, déjame vivir.
Fuego sucumbía en mi, furia indomable, necesidad de corromper cada pulso en la humanidad que aun me quedaba, destrucción propia decaída por la voluntad de tus memorias, ¿sufrías tanto mi amor? ¿tanto como para envenenar de odio tu existencia?
¿Quien? ¿quien te hizo esto Elizabetha?
Ya no podía ver tus cabellos oscuros caer sobre mi, pero tu risa la escuchaba en sintonia a mi presión sanguínea, ¿te burlas de mi?. Y todas esas palabras que nunca quise decir, todos esos actos que nunca quise cometer, toda esa violencia y destrucción que me emana de lo más profundo, fuiste tú, siempre fuiste tú... me decían que había caído en la locura, pero yo lo sabía,. ni la supuesta muerte que te redimió pudo acabar con tanto odio. ¿cómo podías tan siquiera vivir así? ¿cómo podre yo vivir ahora que cargo con tus memorias?
Y yo que te amé tanto...
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