2014年5月18日日曜日

En el profundo mar de la inconciencia.

15 de Noviembre de 1911

Oscurecia en el ocaso de mis años y mis horas, aquel 23 de Abril se consumia en mi existencia el deshielo atroz que traía consigo el Arcangel caido de la muerte, Azrael.
Consumiendose y extendiendose como un vortice infinito, cada oración pronunciada carecia ya de importancia, inclusive los acordes, regalos celestiales e invisibles consuelos para el alma atormentada, eran faltos de armonia.

Fue entonces, madre mía, que me embelece en el subyacente delirio que prometia tu fe, critica y trascendental, pero eternamente cierta y revozante de bondad.

Como un solemne himno, deje que consumiera mi ser. Las personas dejaron de poseer identidad, se volvieron cristal translucido intocable, un intento fallido de epifania, un anagrama inverso de dudosa solución, el error mas fatal de su arrogante deidad.

¿Pero de quién era el nombre que romperia tu inquisición?
Rebeldía y redencion mancharon de carmín las pupilas de la mujer que vivía en mis más profundos sueños; Elizabetha, su risa se habia convertido en la unica resonancia que albergaba en mi locura como burlesca adoración, el unico sonido que desafiaba el penumbral silencio que se ahogaba en la muerte, el más profundo e indeseable horror.



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