Y yo, una hermosa perla blanquecina, fui manchada hasta lo mas profundo desde que decidiste en mi posar tus ojos.
Me hiciste sentir que era lo más precioso de este mundo, lo más raro, lo más valioso, entonces caí dormida entre tus brazos rezando a un dios piadoso concediera tiempo a mi soñar. Pero un día desperté y no estabas, sin explicación te habías ido llevándote lo más puro en mi, lo más sagrado, dejándome rota, incompleta e incluso en algún punto, indeseable.
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