‘‘Prelude’’
Jamás importo el clero que predicó mi existencia, la muerte no se colmo e intervino ante mis ojos como una flamante sinfonía de ineludible desgracia, tampoco importó las veces que sonreíste ante el altar de tu Dios, ni las lagrimas que cayeron en suicido a tus plegarias, nadie escucho tus gritos, nadie sintió tu incertidumbre tan profundamente como lo hice yo. Nadie más que yo, sólo yo estuve ahí para ti... Ni siquiera Dios.
Pero impuro y precario mundo al que fuiste a caer, deambulando en el nocturno iris tornasol de los ojos de ese ángel al que amaste más que la deidad que lo creo. Un rey sin corona, héroe sin gloria.
¿Y que si olvido el tiempo y tus palabras?, ¿Qué si entro en rebelión?, ¿Me amarías como le juro tu efímera voluntad a esta alma?
Aún veo el horror en tus ojos, como un signo de advertencia, me atraviesa cual dagas en señal de clemencia. Pero no importa el castigo, ni si he de perder mi esencia, nunca abandonaré el ideal que me forja, derrocare a quien manche tu nombre y tu memoria, y a ese ángel que enveneno tus ideales, lo derrocare también.
Aún veo el horror en tus ojos, como un signo de advertencia, me atraviesa cual dagas en señal de clemencia. Pero no importa el castigo, ni si he de perder mi esencia, nunca abandonaré el ideal que me forja, derrocare a quien manche tu nombre y tu memoria, y a ese ángel que enveneno tus ideales, lo derrocare también.
-Camille Mouskouri
29 de Febrero de 1814
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