¿Qué harás con tu vida?
Seguro encontraras algo, seguro te liberaras de todo otra vez, nada pasa, nada pasa ¿verdad?
Todo esta bien, todo esta bien, cierra tus ojos y olvida ese tropiezo.
Yo te amaba, espere y espere, y me ahogue en un vórtice oscuro, y aún hoy sigo esperándote, ¿por que pasa eso?
Era buena persona... era buena persona... tú me volviste en parte así, me dejaste caer desde muy alto, he muerto.
-37 de Enero de 1865
10 de Enero del 2019
Debido a que al tiempo que ahora sobra (temporalmente espero) y a este nudo de palabras que buscan salir, he decidido volver a escribir aquí, han pasado casi 4 años desde haber sido internada en el psiquiátrico, tantas cosas han pasado... he superado mucho, me dolió, me costo, pero quiero decirte que en estos años todo ha ido mejor, las vida se volvió distinta al re-significarla, y esta vez nadie vino a solucionarlo, fui yo, agradezco a todos los que me apoyaron y me siguen apoyando, pase del suicidio a amar la vida con fervor, soy feliz querida madre, tu hija ha logrado ser feliz, sin embargo tú sabes que no puedo evitar escribirte ¿verdad?
Llego en verano del 85, marco mis ojos con su delicada presencia, cauta y silenciosa, fui conmocionada desde lo más profundo, el chico de mirada indecisa, de profunda gracia, mi narciso negro.
En otoño del 87 marco mis labios, precioso y efímero, me dejo sin pensamientos, robo mi ausencia interior con tan solo un resquicio de su mirada, había sido cautivada.
En invierno del 89, compro para mi la felicidad en un cristal nítido y traslucido, color tornasol como el ocaso, me dio un regalo único en el mundo, un regalo anhelado por pobres y sabios, el tesoro más bello de la humanidad era mio, y él lo llevo a mis manos llenándome de dicha, cuanta dicha...
En primavera del 91 se separo por vez primera de mi, decía que volvería, pero yo me ahogaba en su ausencia, quería más, más y más de su belleza tornasol, quería más de sus caricias, dolía como una punzada grande estar tan sola otra vez, pero yo esperaba cada día al amanecer su llegada.
En diciembre del 93 se separo de mi por siempre, había muerto mi narciso negro, porque lo ame de más quizá, porque rompí su precioso regalo, o porque no era suficiente, no lo sé, me dejo de amar tan fácil, tan fácil que los sollozos de mi alma no bastaban para llenar esta ausencia.
"Dime adiós,"