Nunca he tenido nada de especial, soy una chica promedio que a sola instancia no brilla por un atributo singular, quieta en mi lienzo, es imposible vislumbrar las guerras que he vencido. Entonces, te he llamado una vez mas, mi ángel sublime, me vez de nuevo con un tinte de piedad e insignificancia. “¿Por qué razón insistes tanto?” Me contestas y me petrifico ante tu grandeza, pero ni yo misma lo sé mi solemne majestad, es quizá un amor inconcluso lo que me ha hecho llamarte, o es posible también que se deba al deseo potencial y violento del olvido.
Pero al parecer, tú no me deseas con la misma intensidad como yo lo hago, y eso me los has hecho saber nuevamente al devolverme a la vida.
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