‘‘Epilogue’’
No me di cuenta de lo dañada que estaba hasta que te vi marchar, volteaste tu mirada quien en una encrucijada me juzgo, como plomo cayo en mi corazón cada resquicio de inconsciencia.
Tus manos frías no volvieron a tentarme y como un murmullo en invierno me dijeron adiós, una palabra al viento, un suspiro, todo se desvaneció, pero yo seguía igual, inmutable, inexorable, con el don que en mi dejo tu fortaleza y la maldición de ser conciente cada vez que destruía mi alrededor y a mi misma.
Tenia frió también, y este veneno ansiante corrompía en mi la infancia que perdí, la inocencia que vendí, la belleza que fingí con tanto ímpetu. Estaba sola otra vez, pero no importaba porque nada en este mundo dolería tanto comparado con la ausencia de tu voz palpitando en mi esperanzada decadencia, mi arte obsoleto, tu recuerdo eterno.
Te fuiste por tanto tiempo que estabas comenzando a desaparecer, y la urgencia me aniquilaba lento, la desesperación de mantenerte en mi, tal vez jamás quise causar tal cataclismo en el mundo que me abandono, tanto odio, indiferencia y rencor, quizá tan sólo estaba tratando de destruirme a mi misma para poder por fin decir para siempre y sin remordimientos, ‘‘adiós’’.
Por que sólo así podría estar junto a ti de nuevo, siempre tan enamorada de la muerte, del sosiego, de la paz, siempre tan miserable, tan anhelante de ti.
-23 de Octubre de 1897
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