2012年9月14日金曜日


Todo lo que piensas que esta mal contigo, es en realidad lo que esta bien.


Capitulo 4 - Revolución turquesa.

Ella podía ver cosas en este mundo que nadie más notaba, estaba cableada de tal forma que pareciera que había nacido para cambiar a la humanidad.
Pero sus impulsos provenientes del solemne himno del cielo cambiaban violentamente como el pulso natural de esta vida, dando visión eterna en lo alto, y conmoción profunda en el umbral.
Desorden mental cautivando el iris de sus pupilas, demencia colosal enredando sus cabellos, locura bordada en su nítida voz celeste, melomanía integra en el arco de sus oídos, personalidad adictiva dividida en su corpóreo ser, ¿qué más podía ser ella?


Un fallo más en esta vida, un error más en el mundo.


Pero que su espíritu heroico e inquebrantable no muera jamas en el ocaso, y que el sentir de su alma no caiga en represión, ¿acaso nadie se lo ha dicho antes? De la esperanza que carga sobre el tiempo y la visión.

Y el mundo seguía negando en si su propia decadencia infame y predilecta, el mundo seguía negando en si, su propia enfermedad.

Mi lunático ser reprende, profecía ingrata, santidad endeble. No importase la época, todos seguíamos siendo iguales, porque todos somos afectados por la cegadora luz que emana el universo, todos somos atraídos irremediablemente al fuego eterno, al infierno.
Sin embargo, ella en su corazón sabía, la misticidad perdida del orden natural de la vida, ella sabía que más allá de la humanidad y su existencia terrenal, existía algo majestuoso, algo que nunca en palabras se podría expresar. Ella conocía el eterno despertar del cosmos reflejado en el lucero de sus ojos, la infinita corriente del tiempo, el lúgubre umbral del universo; Su voz cantable viajaba a través de ellos, como si se tratara del mismo verbo de Dios, un ser divino.

Inmaculada deidad, divina providencia, espíritu santo, orden implicado, inversa entropía, fuerza de vida, brinda a este mundo serenidad.

Ella se reflejaba en mis memorias de esta forma, como música perfectamente armónica, como campanas de inspiración, fuente de mis pasiones, sabiduría plena, fuego espiritual e inquisidora de mi amor.

Porque es ella quien extrae el caos del universo y le sustenta vida dándole claridad y orden divino.
Su existencia expresada por la mente, es genialidad. Cautivada por los ojos, es belleza. Percibida a través de los sentidos, es gracia. Permitida al interior del corazón, es amor.

Pero la humanidad expulso la revolución del alma que Dios concibió, y sólo los videntes de lo eterno y los guardianes del cielo, vieron renacer ese resplandor. Ellos sienten en su ser la alteración del mundo, como un don celestial, un milagro absoluto.

Y ella no sabe, ella desconoce el deseo de aquel ser divino que la recluto, desconoce cómo este sentir llego a su alma y perforo su razón, pero la voluntad del tiempo ingrato resuena en su pecho y realza su voz, mientras la humanidad la ignora y viven ciegos, en su conciencia se despierta el testamento de su ‘‘Dios’’.

¿Algo la hizo de esta forma?, ¿algo influyo en su salvación?, ¿un milagroso rasgo genético? ¿algún químico psicotrofico?, o quizá fue tan sólo, la simple voluntad de su alma.


Derroca al infierno con tu voz, revolucionaria luz turquesa, libera al mundo de las cadenas de su Dios, y en la eternidad que te depara, descansa en paz..

2012年9月13日木曜日

ave verum corpus;



Y tus palabras me atravesaron cual fulminantes dagas, desangraron mi virtud, mi espíritu, mi esperanza.

Porque ni siquiera Dios entendió este suplicio, el desgarrador lamento que me escuece y perfora mi anima, ni siquiera Dios sabe de mis suspiros, incertidumbre eterna, agobio penumbral.

Tus sollozos se enmarcaron en mis ojos, como lamento propio, porque corrompía el ímpetu del desbalanceado amor que otorga, de mi propio nacimiento y existencia perdida, quien prometía en sus palabras un final devastador, quien reducía mi ser a carente relevancia, nula absolución.

¿Podré perdonar algún día tan alta insolencia?, ¿podrás perdonarme algún día por tan burda indolencia?, ¿Podrá perdonarme Dios?, ¿o soy yo quien tengo que perdonarlo a él?

Aún enamorada de la muerte jamás te abandone, por eso y como condescendencia te ruego, no me abandones tú también.

-23 de Agosto de 1943