El tenía la luna en sus ojos, la gloria en su voz, nacido de las entrañas del pasado, destinado a transcender, él era el hijo del sol.
Y yo miserable, deslumbrado por el dulce encanto que predica, no soy más que el ayer, un suspiro de pasión que se olvida, una sombra marginal a la deriva. Siempre tan enamorado de su solemne majestad, de su visión que se alza al Empíreo celeste que promete gloria a su nombre, enamorado del resquicio de grandeza oculto en la omnipotencia alada de su mirada; Me derroca, me envuelve, me mata.
Siento celos de quien posa si quiera en él la mirada, del vendaval sumiso que enreda sus cabellos, del imperio que comanda porque en el radican su pasión y sus deseos. Pero nada puedo hacer, él nació para dar al mundo redención, y en su rostro recaen los miedos de la humanidad y su destino, en sus ojos predico mi esperanza y mis delirios, nadie me engalaba tanto como su sublime majestad; Falso mesías, redentor de piedad.
Él era hijo del sol, destinado a trascender, a caer envuelto en adoración. Pero un día se alzo tan alto en los cielos por su ambición, que se olvido de si mismo y su razón, se mancho de decadencia su gloria, y como un ángel caído, su propio padre en el infierno lo abandono, el inquisidor que lo alzo tan alto, lo desterró..
¿Cuanta misería corrompia ahora su alma?, cambiaría mis días por morir en su lugar.. Pero, ¿Quién era yo ante los ojos su Dios para pedir tal osadia?
‘‘Y que tus palabras resuenen en el futuro eterno y sirvan a la humanidad como lección..’’
0 件のコメント:
コメントを投稿